En algún momento se pronuncia la pregunta clave que mueve a toda la peli. La ley, o la justicia, ese es el dilema. A ver, que sigue siendo una presentación del duro de Statham. Uno sabe a lo que viene. Lo bueno es darle al mero mamporro un poco de sostén argumental, y Beekeeper lo tiene. No se despeina ni juega a la falsa profundidad, pero acumula los elementos necesarios como para darle sustancia a la propuesta.

Un apicultor debe salir de su zona de confort luego de un evento desafortunado. A partir de allí, comienza una cacería en donde se ven involucrados todo tipo de poderes políticos, fuerzas públicas y para militares. La red parece tomar forma a medida que se da a conocer la función de varios personajes centrales de la trama. Al estar todo tan intrincado, interconectado, toma fuerza la metáfora de una colmena que debe ser protegida (puede leerse desde el concepto de familia, desde la idea de una sociedad equilibrada, etc). El símbolo del "Beekeeper" se mantiene durante toda la peli, rebota de diálogo en diálogo y siempre bajo un tono solemne y serio. Se ha desatado la fuerza de la justicia, y parece más poderosa que cualquier poder de turno.

Lo interesante es que si bien hay escenas que bordean la comedia, el tono siempre es grave, denso. Lo que está pasando no es joda. Es un asunto a tratar. Es un verdadero problema. Las escenas de acción son trabajadas de manera convencional, pero efectiva. Correctas como mínimo. A veces surgen personajes que operan como jefes de pantalla de un video juego (la mujer del sobretodo rojo, el del impermeable amarillo) pero aparecen de golpe y sin desarrollo previo, desinflando su potencia dramática a la hora del combate.

Es una peli que puede disfrutarse. Ni destaca ni defrauda.