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Strhoeimniano rating:
10
TV Series. Drama This 13-episode miniseries was adapted from the book by Robert Graves, which chronicles the tumultuous life and times of Claudius (Derek Jacobi), who despite a deformed leg and a speech impediment through prophecy becomes the Roman Emperor. An aging Claudius looks back at the bizarre and treacherous times through which he's lived and sets them down in a secret history that is not to be read until after his death.
Language of the review:
  • es
February 22, 2006
130 of 133 users found this review helpful
Si uno visita la página de la Academia de TV de España, esta serie sigue figurando como la mejor que se ha televisado desde que la caja tonta ha tomado el centro de la casa.
“Yo, Claudio” son 650 minutos de una calidad inigualable. La serie adapta dos magníficas y documentadas novelas de R. Graves (“Yo, Claudio” y “Claudio, el dios”). Un material como este, carente casi de diálogos y lleno de hechos, tiene una difícil traslación al reino de la tv donde el diálogo es omnipresente. Es curioso, como esta dificultad se ve recompensada en la presentación de los capítulos. Lo habitual es dar la paternidad de todo este trabajo al director; sin embargo, “Yo Claudio” es “by Jack Pulman” (guionista de otra serie mítica: Poldark), no de su director: H.Wise. Lo cierto es que hace un trabajo prodigioso y ajustado al medio. Realizando una adaptación fidelísima a los hechos, imagina cómo pudieron desarrollarse, desarrollando casi “otra novela”, y ofrece unas secuencias llenas de tensión que inevitablemente te llevan a desear que llegue el próximo capítulo. Sin embargo, si vemos todos los elementos que la componen, podemos llegar a pensar que estamos ante un “subproducto”. Los decorados son teatrales, sin profundidad; el maquillaje y el vestuario pasable; la fotografía es plana, sombría, pero no expresiva; la falta de medios “canta” (no estamos ante una producción como “Roma”) a lo largo de toda la serie. Pero estos defectos, se tornan bondades ante el virtuosismo y fortaleza de los dos pilares sobre los que se sostiene: el guión y el excelente reparto. Por ejemplo, en “Claudio, el dios”, que recoge todo su mandato, hay un exhaustivo relato de la campaña que Claudio llevo en Britania, que de ser llevada a pantalla requeriría el presupuesto de una gran superproducción; en la serie, toda esta narración está resumida en la llegada del rebelde principal al Senado y una voz en off que acompaña; también son numerosos los planos en los que la imagen es sustituida por efectos sonoros (casi no hay figuración en la serie). Sin embargo, esto no aparece como un defecto. “Yo, Claudio” no dirige su mirada hacia fuera, sino hacia dentro, hacia los corredores del palacio, hacia las entrañas del poder, hacia ese nido de víboras que no nos abandonará en 13 capítulos. Ahí, en esa visión, radica la actualidad y el poder de fascinación que sigue ejerciendo esta serie 30 años después de su realización. El horror y la corrupción nos es narrada desde la finísima ironía (la serie está llena de “respiros” sutilmente cómicos) y por uno de los personajes más fascinantes de toda esta ralea: Cla-Cla-Clau-Claudio, el tonto; y a la vez, también desde la ética, pues el propósito que tiene de contar la verdad es su modo de sacar a la luz el mal (advertirnos) con el que ha estado conviviendo siempre y al que ha sobrevivido. (continúa la crítica en el “spoiler”).
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Strhoeimniano
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