En un mundo donde todo se ha vuelto del revés, (ahora el friki es el que no consume literatura Pulp) y un género, (superhéroes) más desgastado que las bragas de una fulana, emerge ante nosotros una de las mejores propuestas sobre el género que, a estas alturas de la película, ya no daba más de sí.

Pero Dr. Strange resulta ser la cara y cruz de un género hiperestesiado hasta la extenuación. Y sin embargo, el trabajo realizado por el elenco, (Cumberbatch, Mikkelsen, McAdams) es de notable alto porque no es sólo una película al uso de superhéroes, Dr. Strange es un intento de enfocar el género como alguna vez hiciera Alan Moore con Watchmen: lo importante no es el género, (el Macguffin de turno para atraer a las moscas) si no el contenido y personajes narrados.

Dr. Strange es, cómo mínimo, inteligente, divertida y memorable en su yuxtaposición escenográfica y narrativa.

Nada de placeres culpables, la película merece una oportunidad, un viaje y una redención a un género que esta en sus postrimeros coletazos.