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8
7.4
112,663
Adventure. Action
Set in 1935, a professor, archaeologist, and legendary hero by the name of Indiana Jones is back in action in his newest adventure. But this time he teams up with a night club singer named Wilhelmina "Willie" Scott and a twelve-year-old boy named Short Round. They end up in an Indian small distressed village, where the people believe that evil spirits have taken all their children away after a sacred precious stone was stolen! They also ... [+]
Language of the review:
- es
July 18, 2021
1 of 1 users found this review helpful
De "Indiana Jones y el Templo Maldito" se ha escrito de todo: desde que es netamente inferior a su predecesora, que la cinta es un cúmulo hilarante de escenas inconexas hasta que la cinta fue una mera excusa de Steven Spielberg para marcarse un gran Gatsby y montar todo el tinglado para conquistar a la hiperoxigenada Kate Capshaw.
No es para menos que tanto Lucas, (guion) como Spielberg (dirección) trataran de expiar sus demonios internos, (ambos sumidos en dos divorcios millonarios y brutales del que el director no lograría zaparse hasta la friolera de 1989, no sin antes soltar 80 millones de dólares a su exmujer) a través de una cinta totalmente atípica y contrapuntística en comparación a la sobria y excelsa, "En busca del Arca perdida", (1981).
Rodada como una especie de precuela de su predecesora y como una buddy movie a lo James Bond, nos presentan a un Indiana Jones hipercaricaturizado, casi inmortal, capaz de enfrentarse a cualquier situación, que por imposible que parezca, salir siempre airoso. A ello hay que sumarle el tono oscuro, casi por momentos, de película de terror con su némesis, el líder de la secta Togui, el temible Mola Ram.
Cinta, director y guionistas fueron masacrados por la crítica y el público, ya que la cinta carecía de la profundidad narrativa clásica de su predecesora, en mor de ofrecer una especie de Theme Park, esto es: un cúmulo de situaciones, a cada cual más pintoresca, alocada e inconexa: desde el número musical “Anything Goes” en el club Obi One de Shaghai, pasando por los rápidos entre la India y China, explorando palacios ignotos, grutas sectarias, alocadas persecuciones y el colofón final del puente y los cocodrilos.
Curiosamente lo que más se critica es ese carácter vertiginoso de la cinta o "non-stop" que dicen los americanos pero en cierta medida, si la película no gozó del beneplácito de su predecesora, es por dos razones: el aparente ritmo frenético no lo es tanto cuando las escenas están alargadas en exceso, (secuencia del templo Togui, persecución en las minas) y por supuesto, la insoportable screamer girl Kate Capshaw: el director, en un ataque de pagafantismo absoluto, cede gran parte del protagonismo a una Kate Capshaw que resulta irritante e insoportable por momentos, siendo el inestimable "Tapón", (Jonanthan Ke Quan) el que consigue enmendar las escenas. Por no mencionar la absoluta falta de química entre Harrison Ford y Capshaw: es difícil intentar generar algo de tensión sexual con la actriz que se está intentando calzar tu jefe, Spielberg.
A pesar de estos defectos, es imposible hoy por hoy no disfrutar de una cinta atípica, con escenas memorables y su naturaleza "tres-en-uno", (película musical, terror y aventuras entres tramos bien diferenciados) que parece dominar todo el rato en la cinta. Por eso, son legión aquellos que la defienden a capa y espada, porque afortunadamente, estamos hablando de Lucas, Spielberg y Ford en la primera parte de los 80s, aun les quedaba mucho que decir. Estaban en plena forma.
Indispensable.
No es para menos que tanto Lucas, (guion) como Spielberg (dirección) trataran de expiar sus demonios internos, (ambos sumidos en dos divorcios millonarios y brutales del que el director no lograría zaparse hasta la friolera de 1989, no sin antes soltar 80 millones de dólares a su exmujer) a través de una cinta totalmente atípica y contrapuntística en comparación a la sobria y excelsa, "En busca del Arca perdida", (1981).
Rodada como una especie de precuela de su predecesora y como una buddy movie a lo James Bond, nos presentan a un Indiana Jones hipercaricaturizado, casi inmortal, capaz de enfrentarse a cualquier situación, que por imposible que parezca, salir siempre airoso. A ello hay que sumarle el tono oscuro, casi por momentos, de película de terror con su némesis, el líder de la secta Togui, el temible Mola Ram.
Cinta, director y guionistas fueron masacrados por la crítica y el público, ya que la cinta carecía de la profundidad narrativa clásica de su predecesora, en mor de ofrecer una especie de Theme Park, esto es: un cúmulo de situaciones, a cada cual más pintoresca, alocada e inconexa: desde el número musical “Anything Goes” en el club Obi One de Shaghai, pasando por los rápidos entre la India y China, explorando palacios ignotos, grutas sectarias, alocadas persecuciones y el colofón final del puente y los cocodrilos.
Curiosamente lo que más se critica es ese carácter vertiginoso de la cinta o "non-stop" que dicen los americanos pero en cierta medida, si la película no gozó del beneplácito de su predecesora, es por dos razones: el aparente ritmo frenético no lo es tanto cuando las escenas están alargadas en exceso, (secuencia del templo Togui, persecución en las minas) y por supuesto, la insoportable screamer girl Kate Capshaw: el director, en un ataque de pagafantismo absoluto, cede gran parte del protagonismo a una Kate Capshaw que resulta irritante e insoportable por momentos, siendo el inestimable "Tapón", (Jonanthan Ke Quan) el que consigue enmendar las escenas. Por no mencionar la absoluta falta de química entre Harrison Ford y Capshaw: es difícil intentar generar algo de tensión sexual con la actriz que se está intentando calzar tu jefe, Spielberg.
A pesar de estos defectos, es imposible hoy por hoy no disfrutar de una cinta atípica, con escenas memorables y su naturaleza "tres-en-uno", (película musical, terror y aventuras entres tramos bien diferenciados) que parece dominar todo el rato en la cinta. Por eso, son legión aquellos que la defienden a capa y espada, porque afortunadamente, estamos hablando de Lucas, Spielberg y Ford en la primera parte de los 80s, aun les quedaba mucho que decir. Estaban en plena forma.
Indispensable.