Con Manhattan sucede lo mismo que con todas las obras de arte. Cuarenta años después no ha perdido vigencia y sigue tan fresca como el día en que se estrenó. La película es todo un referente de la filmografía de su autor. Los chispeantes diálogos satirizando a la pseudo intelectualidad neoyorquina, los toques surrealistas y la expresiva fotografía en blanco y negro hacen de la obra algo muy singular que se recuerda y se puede revisar sin cansarse. Diane Keaton está magistral dando vida a uno de sus creídos, neuróticos e insoportables personajes, acompañada por el no menos neurótico protagonista. La producción entra por derecho propio en el elenco de las que han hacho historia y forma ya parte de la lista de lo mejor que se ha rodado.