La incursión de Guy Ritchie en el género épico me ha encantado. Ver al director de “Snatch”, “Lock & Stock” y “Rock'n'Rolla” dando caña en una película de espada y brujería ha sido un auténtico deleite; en primer lugar porque ha sabido darle una vuelta de tuerca a un género que cada vez flojea más con películas genéricas que parecen contarnos casi siempre lo mismo de la misma manera, sin a penas sorpresas. Ha sabido aportar originalidad y ritmo a través de unos ágiles e ingeniosos diálogos marca de la casa acompañado de sus clásicas técnicas de secuencias rápidas y fragmentadas que nos obligan a estar muy atentos a cada detalle de lo que se cuenta al ritmo de una magnífica banda sonora. Es una película que desprende estilo por todos lados, una vuelta a los orígenes más gamberros del director inglés, pero con el añadido de grandes efectos especiales y demás lujos que se convierten en la guinda de un espectáculo digno de la gran pantalla. Grandes personajes, excelente ambientación, magnífica banda sonora, una historia original y efectos especiales de primera. Cuando una película tiene todo aquello que me hace disfrutar a lo grande, lo mínimo que se merece es un rotundo sobresaliente y mi más sincera recomendación.