Enorme película (en todo el sentido de la palabra, producción, actuaciones, dirección, trama y claro está, tiempo). Bertolucci hace un recorrido histórico desde el año 1901, donde casualmente, nacen el mismo día el hijo de un terrateniente y el de un campesino. A partir de ese momento sus vidas se verán unidas.

Durante todo el tiempo que transcurre la película, el director sin ningún temor muestra la lucha del campesino, del labrador por sus derechos básicos. Una lucha de trabajadores que se extiende por toda la primera mitad del siglo XX. Mientras Alfredo (Robert De Niro) el hijo de plata y Olmo (Gérard Depardieu) el hijo pobre, crecen en todo ese entorno.

Con la expansión del fascismo en Italia, la relación entre ellos -que siempre fue buena- se torna algo tosca (y así continuará por años -genial ese final-), entre la represión y el control fascista, el poco accionar de Alfredo ante lo que se muestra y por el contrario, la actitud de Olmo, atrevido y comunista hasta los huesos.

¿Qué si la película tiene claros y evidentes tintes comunistas? Pues sí, a nadie se puede engañar, ¿pero eso realmente importa? A mí me parece vago tachar a este film de malo solo por eso. Es una obra ejemplar y monumental, poco más de cinco horas de metraje extraordinarias y que no tienen desperdicio.

¿Qué se pudo hacer en menos tiempo y ahorrarnos unas horas? Pues claro, pero la película es tan completa y efectiva, que no me gustaría verla mutilada (aunque existen algunas versiones de menos tiempo). Se debe respetar lo acertado del trabajo de Bertolucci detrás de cámaras.

Una historia completísima, que se mueve entre las diferencias de los dos personajes principales -que se van asentando cada vez más con el pasar del metraje- e importantísimos cambios históricos y sociales, de gran valía para Italia y el mundo. ¿A fin de cuentas como estaríamos ahora sin la luchas laborales del pasado?