Sí, yo también he caido en la trampa. Lo reconozco, aunque ya nadie pueda devolverme el dinero que me dejé en esas dos entradas. La sensación que tuve cuando se encendieron las luces de la sala fue: ¿Pero qué me estás contando?. A Bardem no se le puede decir nada porque el pobre bastante tiene con interpretar a un medium-huérfano-mafioso-padre-pobre y encima resultar creíble; pero no se pueden hacer dos horas y media de cinta a base de sufrimiento y bizarrismo de alcantarilla. Señor director, no nos venda la moto de que esto es una peli realista porque un mafioso, para empezar, no vive en un cuchitril con polillas. Vive en Marbella y sus hijos van al cole en limusina. ¡No me fastidies! La escena en la discoteca con las gogós cara-tetas ya me pareció el colmo y fue ahí cuando miré a ambos lados, me acomodé en la butaca, resoplé y me rendí. Mañana mismo que tengo el día libre (sí, porque tengo un trabajo basura aunque mi casa no tenga polillas ni desconchones en las paredes) reúno a cuatro amiguetes, nos embadurnamos en mierda, nos metemos en un bloque abandonado y hacemos una peli del estilo. ¡Hala! y soy la revelación del año, ¿qué os parece?