Por favor, que nadie más escriba esa palabra estúpida que no designa nada. No os empeñeis: llevar gafas de pasta es lo mismo que si fueran metálicas: eso significa que el sujeto en cuestión no ve ni tres en un burro y nada más, os lo aseguro. La pasta que valen las gafas me parce mucho más interesante.
Respecto a esta película de los años setenta y los gafapastas no hay ninguna relación, sólo que los muy yogurines pueden pensar que esa peli de cuando sus padres aún no los habían parido simbolizaba libertades sexuales y reivindicación feminista, resucitaba a Freud y su complejo de castración y no haberla visto era peor que la muerte. Pero cuando uno la ve en el inside de una sociedad provinciana y pequeña, con un novio/a de los que duran mucho y en plena infancia sexual, la que va de los 18 a los 28, por mucho que diga Freud, el huevo y la castración son lo de menos frente a la estética y la historia que se nos cuenta. Polvos interminables y besos interminables, finalmente el sexo quiere un trofeo a modo de recuerdo de toda esa historia de vampirización sexual.