Una vez más, Gaspar Noé da una vuelta de tuerca al cine convencional. Si ya sorprendió en "Seul contra todos" contando una historia que se salía de las convenciones habituales del amor y la violencia, lo volvió a hacer en "Irreversible" pero, además, con una manera de filmar que recordaba al "Memento" de Nolan aunque - Noé - mucho más explícito y duro en el argumento de su historia.

"Enter the void" enseña la vida de dos hermanos llegados a Tokio con un trauma infantil y con la promesa de no separarse nunca. Los claroscuros de su vida - la de Brown y De la Huerta - se muestran de forma muy visual: Los claros, con la luminosidad nocturna de la ciudad nipona. Los oscuros, con el mundo interior de los protagonistas abocados al tráfico y consumo de drogas y a la prostitución como forma de supervivencia.

Destacables los "viajes lisérgicos" que propone Noé cuando la cámara simula ser el protagonista principal. Lo peor, la duración - 2 horas, 35 minutos - que si bien no te deja exhausto, te hace pensar al final que - quitando algunas escenas innecesarias - la película se podría haber digerido mejor.