Probablemente, si se acaba el mundo tal y como lo conocemos, será parecido a lo que cuentan en esta película, la mayoría sino todos, no sabremos el cómo ni el porqué. La buenísima ambientación y el carácter sombrío que se da al planeta en todo momento, hace comprender la inmensa soledad en la que están sumergidos los personajes, y sobre todo, ese color gris, que permanece durante toda la película te hace pensar en que esos personajes ya nunca volverán a ver el mundo como lo recordaban, y comprendes que probablemente ya nunca volverán a sonreír.
También está muy bien marcado y narrado, el comportamiento de los seres humanos, unos recurren a sobrevivir como pueden, sin dejar de ser humanos, pero otros se vuelven animales importándole solo su supervivencia. Nos tienen muy acostumbrados a ver solo canibalismo en las películas post-apocalípticas de zombis, sabiendo que posiblemente en dichas circunstancias muchos seres humanos recurran a ello, ya ocurrió en los andes en la realidad, y en esta película lo muestra sin tapujos.
Bien los actores, los peros que le encuentro a esta película son; que no es creíble que todos los actos que el personaje de Mortensen realiza están encaminado a hacer que el chico aprenda a sobrevivir por si solo por dos motivos, primero, porque para él también es una situación nueva, y segundo, porque con tus familiares y personas más cercanas es con quién te muestras tal y como eres y tus fallos salen a relucir, sin que quieras ni te des cuenta; y además es muy lenta, y la hora y cincuenta minutos que dura se hace un poco pesada y aburrida a veces, y eso es grave en una película que apenas dura dos horas. Aquí queda patente que no solo cuenta tener una buena historia, sino que cuenta, y mucho más, saber contarla, y John Hillcoat no supo hacerlo.