Es un tipo de cine que no está de moda. Cine social, que reclama de nuestra empatía para ocupar el lugar del protagonista, y preguntarnos cuánto tiempo hubiéramos necesitado nosotros para reaccionar ante la injusticia. A lo largo de la historia de la humanidad, los abusos de los poderosos sobre los humildes se han producido de manera constante, y esta historia, basada en hechos reales, nos cuenta uno de ellos. Con una buena factura técnica y un muy creíble trabajo de Joaquín Furriel, esta emotiva historia nos remueve por dentro y hace que merezca mucho la pena ser vista por quien concibe el cine como algo más que apabullantes efectos especiales.