¿Cuánto vale una amistad? ¿Y el amor por una persona? ¿Y el hacer lo que se supone que es lo correcto? Inquietudes que, por descontado, despierta Gracia Querejeta con su película. Preguntas sin respuesta.
Cualquiera que vea el tráiler tendrá una síntesis de hacia donde deriva o puede derivar la película. Pero solo hasta cierto punto. Mejor a la hora de verla ni siquiera haber visto el tráiler previamente, será más inesperado todo, pero incluso habiéndolo visto, uno no espera un giro de guión tan brusco que dé un vuelco absoluto a la historia. El carácter más amable con el que empieza la película y se nos presenta al conjunto de personajes, da paso a la exposición más sombría, más pérfida si se prefiere, del ser humano.
El hilo conductor es Elia, con una estupenda Maribel Verdú, quien hace las veces de anfitriona y recibe a sus invitados. Viejos amigos entre los que se encuentran su hermana y su antigua pareja. Todo transcurre con aparente normalidad hasta que decide contarles la verdadera causa de tan emotiva reunión: un golpe de suerte en forma de 140 millones de euros que a la postre es la manzana de la discordia. Un regalo envenenado que marca uno de los puntos de inflexión de la cinta y que pone (nos pone) a cada uno en el lugar que le corresponde. Llegan los momentos de la verdad, de quitarse las caretas y mostrar hasta dónde de bajo y de falsos podemos llegar por el vil metal.
La perfecta composición de situación y personajes convierten un idílico lugar y un reencuentro para el recuerdo en un escenario del que uno jamás quisiera ser el protagonista principal. Otra demostración más que nos da la ficción de las diversas caras que puede tener el ser humano cuando la tentación en forma de codicia llama a la puerta.