Mediocre película de Pablo Larraín que supuestamente intenta retratar la actitud negacionista de cierta clase respecto a los atropellos de la dictadura pinochetista. Y digo intenta porque claramente no lo logra. Por empezar los personajes son más planos que una tabla. Nadie sabe porque hacen lo que hacen y a nadie parece importarle explicarlo. Además, "el Tony Manero chileno" es un marginal que no pertenece a ninguna clase social y que solo obedece a sus insanos impulsos con lo cual no es reflejo de nada sino de una personalidad psicopática. Lo que si deja en claro la película es que el Tony Manero chileno es más parecido a Al Pacino que a Travolta, que en todo Santiago durante el pinochetismo no había más que dos policías ( en todas las escenas donde se supone que se debe sentir la opresión de la dictadura siempre aparecen los dos mismos policías) que, además eran ciegos o completamente idiotas incapaces de ver a alguien que se escapa delante de sus propias narices escondiéndose detrás de una puerta, cuando la policía te detenía se sentaba a la mesa a tomarse unos vinitos antes de llevarte, el Tony Manero chileno se la pasa corriendo todo el tiempo para ir a ninguna parte, el cámara era tan ciego como los policías de Pinochet a juzgar por los constantes fuera de foco de la película. Bodrio con pretensiones.