Potente arranque con un intento de homicidio al Dr. Malcolm (Willis) y posterior suicidio de un antiguo paciente de este psicólogo infantil.
El destino le ofrece la oportunidad de redimirse con otro niño, Cole (Osment), que sufre un síndrome parecido. El diagnóstico al menos lo tiene claro, trastorno emocional que le provoca miedo, alucinaciones visuales y paranoia. Tal vez se trate de una esquizofrenia infantil.
Pero no es tan sencillo. Cole insiste, "En ocasiones veo muertos ... que no saben que están muertos, están en todas partes. Como si tuviera un "Sexto sentido", una sensibilidad especial para percibir la presencia de muertos que quieren comunicar cosas a los vivos. Un médium.
Un gran guion que mantiene al espectador atento a la pantalla para no perderse detalle. La intrigante presencia del color rojo en las escenas más importantes, la escalera de caracol, la iglesia, el funeral, las rosas ...
Y la música.
No parecía en principio buena la elección de Willis para ese papel, pero lo hace muy bien. Antológica la interpretación de Osment. Como el desenlace.
Una buena cinta con intriga, suspense, misterio y algo de terror.
Recomendable esta mezcla de sentido y de sensibilidad.