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Lafuente Estefanía rating:
5
Western John Wayne saddles up to bring the rustlers responsible for his parents' murder in the early Wayne oater "The Lawless Frontier," co-starring Sheila Terry and George "Gabby" Hayes. Then, "Riders of Destiny" finds Wayne as undercover special agent Singin' Sandy Saunders (although his screen crooning was dubbed by Smith Ballew), out to leave the crooks cheating farmers out of the water supply high and dry. With "Gabby" Hayes, Forrest Taylor.  [+]
Language of the review:
  • es
January 27, 2021
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El argumento casi es lo de menos. La banda del malvado Pandro Zanti (Wilsey), que se hace pasar por mejicano pero no lo es, quiere secuestrar a la bella Rubi (Terryl) y matar a su abuelo (hayes), sin darse cuenta que por allí anda un jovencísimo John Tobin (Wayne). No tiene nada que hacer.
La novedad en todo caso es que nos encontramos con un sheriff torpe, torpe y mal pensado como nunca habíamos visto. Y mira que en el western hay variantes de sheriffs.
Como ocurre en los inicios del cine sonoro, estas cintas menores están todas cortadas por un mismo patrón. Largos silencios, música de vez en cuando y frases sintéticas muy similares a los subtítulos que aparecían en la mudas. Eso sí, se conserva todavía bastante la expresividad en los rostros y en los gestos en los actores.
También se mantienen sus dotes gimnásticas, con saltos, cabriolas, caídas y peleas en los caballos como ya no veremos en el western posterior. Hay una escena que hemos visto repetida en varias películas (¿o es la misma en todas?), donde Wayne es perseguido por varios jinetes, llegan a un árbol grande y salta sobre una de las ramas bajeras mientras su caballo sigue corriendo, pasan a toda velocidad sus perseguidores pero cuando llega el último salta sobre él, lo derriba y continúa con su caballo persiguiendo ahora por la espalda a sus perseguidores. Otra escena parecida es una especie de "snowboard" o de esquí acuático descendiendo en una tabla por un plano inclinado por donde cae el agua o hay simplemente un terraplén de tierra. Como un tobogán infantil, como los "esbarizaculos" de nuestra infancia. No necesitaban muchos gimnasios entonces en el Oeste, donde por cierto ya tenían línea telefónica.
La cinta no es gran cosa, hay que reconocerlo. ¿Qué queremos en poco más de tres cuartos de hora? Ahora, aunque solo sea por ver el ingenioso mecanismo que se inventa John con una cuerdecita para disparar a distancia a los malos, vale la pena verla.
Lafuente Estefanía
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