Nueve años han pasado desde que el bueno de Chucky se asomara por última vez a nuestras pantallas, y veinticinco desde que lo hiciera por primera vez, y ahora el mismísimo Don Mancicni, quien fuera su creador, lo recupera para la causa en “La maldición de Chucky”. Yo veo multitud de similitudes entre esta película y un soldado que tras un largo retiro ha de volver al campo de batalla, al tipo se le ve lento y poco preciso mientras vuelve a adaptarse, pero en las distancias cortas sigue siendo mortal. Eso es “La maldición de Chucky”, una película tosca que te mata en el cara a cara, un placer culpable para devotos del personaje y de la serie B, y un producto pasable para el resto sin llegar a lo ofensivo, que es donde por desgracia suelen quedarse este tipo de films.
“La maldición de Chucky” nace bajo el innecesario pretexto de darle un origen al muñeco diabólico y, de esa forma, armar una cinta de terror de serie B bastante costumbrista. Siendo terriblemente honesto diré que “La maldición de Chucky” miedo, lo que es miedo, entre poco y nada, pero eso si, me lo he pasado teta con Chucky y su espíritu gamberro de personaje de comedia negra. Solamente por eso merece la pena la película, por algo antes la he calificado como un guilty pleasure; el muñeco diabólico vuelve a hacer de las suyas y es una gozada absolutamente placentera verlo. Los que seguimos y disfrutamos de la serie B en general hemos aprendido a vivir cada segundo (cada película) como si fuera el último, la verdad es que no hay otra forma de tomarse este tipo de cine ya que, de lo contrario, habríamos perecido hace tiempo sepultados bajo un amasijo de cintas olvidables. “La maldición de Chucky” sobresale entre la chatarra.
Luego, analizada en profundidad “La maldición de Chucky”, es cuando te das cuenta de que como película difícilmente superaria el listón más bajo, pero aun así la he disfrutado. La cinta es la típica y tópica película de terror de serie B, su trama es tan fácil y obvia como hurgarse la nariz en un atasco; argumentalmente hay un par de ideas decentes, pero todo lo demás adolece de sorpresas o de un mínimo riesgo. Su desarrollo es tan fácil como plano, y diré que todo el epílogo le sobra, lo único que consigue es dejar más mal sabor de boca tanto en el espectador no iniciado como en el devoto.
En definitiva, “La maldición de Chucky” es terror de serie B más placentero que efectivo, es mejor disfrutarla sin pararse mucho a pensar en lo que estás viendo. Chucky esta de vuelta y es el placebo que oculta los muchos defectos del film.