Mucho antes de que llegaran las películas de El señor de los anillos, se estrenó esta obra perteneciente a ese subgénero de fantasía medieval muy presente en la década de los ochenta. No tiene un argumento tan adulto como Excalibur, sino que se orienta específicamente para el disfrute familiar. Y en ese sentido tiene todos los elementos para ello: enanitos, duendes, caballeros, brujas, monstruos... y una aventura llena de peligros a los que se somete un grupo que con el transcurso del largometraje va variando en su composición.

A esto le sumamos una puesta en escena muy buena, tanto a nivel de decorados y escenarios como de vestuario.También hay que mencionar la banda sonora muy bien ajustada al tipo de película de aventuras, obra de James Horner (DEP). Formalmente hablando, lo que no me convence mucho son los efectos especiales y en concreto la inserción de imágenes tanto de los duendes con nombre de dulce como de algún monstruo descomunal.

En general, el esfuerzo se nota y aunque la historia peque de ser algo larga y tiene algunas escenas que no aportan demasiado o que dan vueltas sin resolver mucho, logra entretener e incrementar la tensión en sus momentos clave. Por ello creo que, a pesar de que su guión era claramente mejorable, tiene un carácter atemporal para los niños y descuidarán de su antigüedad.