Vuelve el superhéroe más irreverente con una secuela que, si bien no está a la misma altura de efectividad que la anterior, no decepciona en absoluto. No renuncia al gore ni al humor negro que triunfó en esa primera aventura, aunque en esta ocasión el personaje apunta menos al público. Una circunstancia esta última que creo que ha estado acertada porque lo contrario hubiera sido agotar el recurso por repetición.

En esta ocasión, Deadpool cuenta con la participación de varios secundarios (destacando a Cable) y no por ello tiene menos libertad de acción, sino que sigue dando rienda suelta al cachondeo. No vacila en reírse de sí mismo una vez más y nos deleita con más idas de olla.

El guión es bastante más disparatado, por lo que ahondar en ello no sería más que destripar el argumento. A los que estén cansados del efecto Disney en Marvel, podrán disfrutar de una película algo más adulta. Sin embargo, también es cierto que la calificación de la presente es de +16 frente al +18 de la anterior. Eso se nota, pero sigue habiendo escenas algo fuertecillas.

En definitiva, Deadpool es un personaje que se ha hecho grande, al margen de la brutal campaña publicitaria que logró que la primera película arrasase en taquilla. Merecería una tercera parte. Como tal, es probable que no haya, pero si regresase en otra ocasión.. (sigo en spoiler).