La película Babel del mexicano Alejandro González Iñárritu, como era de esperar, no me ha decepcionado, como ya me pasara con sus dos grandes películas anteriores: Amores Perros y 21 Gramos.
La cinta crea un clima de impacto en el espectador, una sensación expectante, no puedes desviar la mirada de la pantalla y vas marcando el paso de las secuencias con el asombro del que se deja descubrir y enseñar. Nos enfrenta realidades y nos conduce hasta la más infinita desesperación, la persona que se sienta en la butaca choca con la verdad de una sociedad que simboliza a la torre de babel...lenguas distintas-corazones iguales. El fuego, un arma es lo que marca el camino de la película; el poder y la superiodad es lo que convierte esta historia en una realidad miserable. Esta película se verá en cualquier parte del mundo, y no todos la verán con los mismos ojos, siendo diferentes no podemos percibir la idea de igual modo, un africano no puede sentir lo mismo que un nortemaricano y mucho menos que un europeo. La película lleva al extremo las fronteras que el hombre ha creado con su ignorancia, porque divisiones físicas no hay, el mundo es de todos y de nadie. Cada persona tras la película puede reflexionar sobre su forma de ser, sobre su forma de actuar, sobre su forma de tratar a los demás, sobre su forma de sentir, ésta última será la misma que cualquier otro individuo terrenal. Además durante la proyección de la obra maestra nos damos cuenta del egoísmo que existe y del ansia de autoridad, la diferencia que marca tener una nacionalidad en el pasaporte y lo similares que somos todos en el fondo...lo cual no muchos quieren reconocer. El juego temporal típico del director permite al espectador vivir el presente con la sensación de estar marcados por el pasado y el futuro de una acción irreversible y que cuenta no sólo con víctimas y verdugos, un acción que no tiene un principio y un final, sino que arrastra acordes y conduce a sinfonías. En lo referente a la dirección es simple mi valoración: obra maestra, estas películas no se ven, se sienten y transmite un mensaje que los que estamos fuera de las fronteras del poder supremo insignificante saben expresar, como lo ha hecho el mexicano Iñárritu.
Los actores y actrices están pintados también con la varita de la magistralidad, desde el niño marroquí que arranca al espectador de la butaca en una de sus primeras escenas, hasta esa "nana" mexicana que ríe y llora, siente y padece; un Gael García típico y recreado por su director en Amorres Perros, nunca pasa desapercibido; una pareja americana en el "fin del mundo" como pensarían muchos: Brad Pitt y Cate Blanchett que nos invaden de humanidad en este constante choque cultural; y una joven asiática que sorprende con una interpretación de esas que marcan de por vida; la lista de actores que trabajan y ayudan a creer en la historia es infinita y todos dejan una huella para recordar...