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Espárrago rating:
8
Drama In the 60s, somewhere in the Spanish countryside, Paco and his wife Régula are poor. Their lives are resignation, sacrifice and obedience as they work for a very wealthy landowner. Their fates are marked unless some unexpected event frees them.
Language of the review:
  • es
May 7, 2019
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En los últimos años he tenido en muchos momentos el deseo de adentrarme en el cine de los años 80. Hoy ha pasado de ser un deseo a una realidad. Una década rebosante de incontables genios. Tornatore, Leone, De Palma, Kubrick, Scott, Scorsese, Lynch, Bergman… Pero, como es habitual en mí, mi foco de interés en el cine siempre tiende a lo nacional. Los 80 de Cuerda, Fernán Gómez, Erice, Camus..

Mario Camus, director cántabro, nos regala una película que sin duda alguna se encuentra entre las diez mejores de la historia de nuestro país. Debido a la desgraciada opinión negativamente estereotipada que se tiene y se propaga en España sobre nuestra cultura audiovisual, encontrar maravillas cinematográficas como esta sorprende aún más.

Los santos inocentes, una cinta de 1984 que me reafirma en mi idea de que el cine ejerce de huella, de espejo, de recordatorio. Para saber por donde pisamos y hacía donde ir (o más bien hacia donde no hacerlo), para saber donde mirarnos; para reflexionar sobre lo que fuimos y lo que somos. Para pedir perdón y dar las gracias. Me reafirma en esa idea de cine “necesario”.

Hasta ahora pensaba que el cine español que retrata realidades y momentos sociales desde un punto de vista hiperrealista, alejado del melodrama y de las estructuras del cine comercial, era algo relativamente reciente. Uno de los subgéneros que más me apasiona. Dónde entré de la mano de cineastas como Aranoa y Mañas o con los (más) actuales Lacuesta y Etxebarría. Y del que ahora entiendo a Camus como pionero y gran influyente en los films de esta índole posteriores a él.

Los santos inocentes, un largometraje sobresaliente en todos sus aspectos. Un reparto tan magnífico como su dirección. Una banda sonora indispensable en la narrativa. Sin olvidarnos de su impecable ambientación. Y unos Buurman y Biurrún que con su fotografía y montaje respectivamente culminan la película.

Una película sobre personas, tan humana como los títulos de sus diferentes capítulos.

Una película que se atraganta por su crudeza. Unas imágenes que ejercen de cuerda ejerciendo presión en el cuello durante más de cien minutos de metraje.

Quizá lo más doloroso no son las condiciones indecorosas de vida de los protagonistas o sus desigualdades frente a sus caciques, (que también) sino ese sentimiento de resignación y habituación que llevan interiorizado.

La humilde familia está enjaulada, sin capacidad de volar. Probablemente les dispararon hace mucho tiempo, como a las perdices, arrebatandoles la vida. Un individuo que antes de persona es cazador.

Sus vidas son una lesión que no se puede curar con escayola, una lesión en el alma.

Un largometraje donde las dos personas con discapacidad gritan. Una de ellas en busca de auxilio, de una sociedad inaceptable; y la otra en forma de canto a la naturaleza, la única que le escucha, la única que le responde.
Espárrago
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