Si te parece que estás viendo de nuevo 'Le seguían llamando Trinidad' (1971, Enzo Barboni) pero adaptada a los tiempos modernos, no das palos de ciego. Porque estos 'Dos Superpolicías', de nuevo con Barboni gritando lo de "¡acción!" -si es que eso se dice-, son el mismo par de tarugos y delincuentes que no dan una a derechas y que, precisamente por meter la pata, se convierten accidentalmente en guardianes con placa de la ley y el orden a las órdenes de un David Huddleston -también conocido como Santa Claus o Jeffrey Lebowski- que intenta que no se le hinche excesivamente la vena de la paciencia con Spencer mientras Hill le dora la píldora.
Clucher incluso repite el mismo gag del grupo de pelagatos a los que el dúo ataca por separado, de manera idéntica y por turnos consecutivos.
La inolvidable Emanuelle negra Laura Gemser da el pego (¿o no? ¿qué más da?) como japonesa a la que Hill pone ojitos picarones.
El rubio no tiene caballo ni esterilla para sobar, pero se apaña estirando los pinrreles en una moto. El grandote cuelga el chaleco y el bombín y los cambia por una resultona chaqueta Jumbo. Bud y Terence en su salsa, la conjunta y la del segundo, americanizados en cuerpo y alma o en localizaciones exteriores de Miami donde Spencer no pierde la oportunidad de aprovechar el cochecito rojo -sin capota amarilla- de Luciano Catenacci para inventarse el mítico bonus stage de Street Fighter 2.
En esta buddy movie con policías -perdón, de superpolicías- no habrá sangre como mascullaba Mel Gibson en 'Arma Letal', pero sí atracones de jud... hamburguesas, luchas campales en la bolera y tollinas a rodabrazo tras un impagable duelo de "subnormuecas" en el bar.
Sabes a lo que vas, tunante.