Un pez llamado Wanda podría ser uno de los mejores ejemplos del humor inglés del que todo el mundo ha oído hablar alguna vez pero que nadie realmente sabe acotarlo con precisión. Términos como son elegancia o buen gusto se mezclan con el humor para dar fruto a un género distinto dentro de la comedia que parecen solo poseerlo los ingleses.
Uno de los platos fuertes de la película son las actuaciones, correctas en su totalidad e inolvidables en algunas en concreto como es el caso de Kevin Kline que recibió el Oscar más que merecidamente por su prejuicioso personaje, todo un acierto.
Los gags son buenos, algunos destapan la sonrisa y otros incluso alguna carcajada con algunos elementos del humor absurdo heredado de los Monty Payton pero sin llegar a pegar de un exceso de surrealismo.
La película es muy ágil y esconde muchos elementos que hacen que visionarla sea acertado. La trama está bastante bien pensada y de ella sale un lío de faldas muy curioso que por supuesto da mucho juego, el suficiente como para hacer toda la película entera basándose en ello.
Diferente, risible y ágil sin más.