Creo que soy el único que sintió un profundo bajón de la primera a la segunda parte. Toda la historia, ese Rey León sin sentimiento copiado, y las subtramas que se desarrollan en unos escenarios bastante animados y coloridos, me parecieron de lo más soso. Daba la sensación de ser una de esas cintas directas para alquiler y que tan sólo pretendían llevarse por encima a los niños.

Porque Madagascar, siendo para niños, era divertida para un adulto. Madagascar 2 está llena de gracietas que harán gracia a un niño, pero que a un adulto le permitirán como mucho esbozar alguna sonrisa de vez en cuando. Por fortuna, todo lo nuevo es lo que falla, y los personajes principales más o menos salen bien parados del despropósito.

Una secuela que, sin pretenderlo, es el mejor ejemplo de que no vale únicamente con una animación divertida, o al menos para un adulto. Tiemblo de ver la tercera entrega, pero dudo que me guste menos que ésta.