El no muy experimentado Norio Tsuruta deja una cinta con un agridulce sabor. Premonition no es una mala película en absoluto, si bien es cierto que está dentro de un contexto que no le favorece nada. Premonition tiene la culpa de haber nacido en un ambiente sobreintoxicado de cine de terror asiático que hace que automáticamente todas las proyecciones salidas de ahi caigan en saco roto y solo se dejen ver como mucho una vez, pero si nos paramos a pensar y analizar la película, cuenta con elementos originales y no repetidos de este cine. Premonition no cuenta con fantasmas azulados de pelos largos sedientos de venganza, tan solo cuenta una historia galopante entre el drama y el terror con cierta soltura, sin dejar de lador los elementos típicos de un cine sobreutilizado.
El reparto es solvente, con alguna que otra cara conocida de otras proyecciones del mismo género (Noriko Sakai, haciendo nuevamente un papel decente aunque algo escaso y superficial). La historia es atractiva, interesante y solamente confusa al final de la película, donde gana unos cuantos enteros debido a su frenético cambio de ritmo metido quizá con calzador. Esa sensación de aumento de ritmo e interés por parte del espectador es producto de una primera parte un tanto soporífera y típica donde todo se va situando hasta llegar al citado (y acertado) clímax final.

Si bien es cierto que no deja de ser otra producción más del sol naciente con tintes terroríficos, Premonition es una opción levemente diferente a otras del género, en una tónica más cercana a esa línea separatoria entre el terror y el suspense la cual no acaba por decantarse en ninguna de ellas. A pesar de colocarse en esta intersección de géneros no debe compararse con otras que también gozan de medias tintas y batiburrillo de géneros como Retribution, Premonition es algo diferente a todas ellas, sin llegar a ser en absoluto un producto especial.