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Ignacio Larrea rating:
5
Horror When a voracious vampire vixen (Ingrid Pitt) discovers that virgins' blood holds the secret to eternal youth, it's not time at all before she's squeezing her sweet young chambermaids into a blood-chilling beauty cream. But there's a wrinkle in her plan when her beloved, Captain Dobi, stumbles on her bloody secret-and she finally learns that a little mass murder really can suck the romance out of your love life!
Language of the review:
  • es
May 4, 2010
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Una de las primeras películas de terror de la Hammer, donde mezcló con acierto comercial el terror, la violencia y el sexo.
Ingrid Pitt, la protagonista, pasó a la historia del Séptimo Arte, en el capítulo del cine de terror inglés de principios de los setenta, con este film, a pesar de ser una actriz francamente mediocre. Pero indudablemente tenía otros méritos.
La película, que consiguió un éxito sin precedentes e inauguró dicha clase de films de terror, no es nada del otro jueves, vista más de treinta años después.
Su primera media hora es francamente pobre, sin ritmo y con un maquillaje de Pitt que canta más que Plácido Domingo. Se nota demasiado los implantes que se le han colocado en el rostro, por lo que no sé si realmente lo hicieron a propósito o es que simplemente en aquellos tiempos era la vanguardia en dicho menester y ahora han quedado ajados y bastante ridículos.
Por lo demás, poco a poco, y a medida que siguen los minutos, la peli va mejorando, hasta llegar a ser fácil de ver y más fácil de olvidar, pese a las pechugas de las bonitas actrices que salen en la peli y a la presencia de Lesley Anne-Down, con su precioso rostro
Pero el clímax no es muy allá y las escenas están rodadas de forma bastante convencional por Sasdy, un director que no le llegó ni a la suela de los zapatos a Terence Fisher ni siquiera a Roy Ward Baker.
Su parte final, de nuevo, bastante desangelado.
En resumidas cuentas, una película que, por supuesto, no da ningún miedo, pero es que además, pese a su fama, resulta olvidable por la falta de imaginación. No obstante, hay un par de elipsis conseguidas y dos momentos en los que se nota la buena labor de montaje, como cuando la condesa asesina a una integrante de un circo ambulante y a continuación se la ve a lomos de un bonito caballo, preciosa y radiante.
Ignacio Larrea
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