John Keating no es un profesor al uso, es un profesor que intenta despertar en sus alumnos la pasión por la literatura, para de forma indirecta, despertarles la pasión por la vida, puesto que la una sin la otra no son nada. Ese "carpe diem" que aparece constantemente en el transcurso de la película tiene tantas connotaciones... "Carpe diem" es disfrutar el momento, pero hay que matizar, no hay que confundir la libertad con el libertinaje, carpe diem es una catarsis, una liberación de los encorsetamientos impuestos, de los clichés, de los estereotipos, dando rienda suelta y plena libertad a nuestros pensamientos y a nuestra forma de indagar y llegar a nuestra verdad en esto que denominamos "vida", en la propia literatura, y en cualquier cosa... pero que ese viaje, esa búsqueda no debe ser gratuita, ha de tener una reflexión íntima y meditada, pero sin titubeos, ni dudas... el momento está ahí y hay que asirlo por la solapa, aferrarse a él y no soltarlo, pero sin caer en lo necio y grotesco, son cosas diferentes.
Keating se mofa de aquellos intelectuales y profesores que bareman los poemas, y hacen aritmética del arte, como si de una ecuación matemática se tratara... ¡qué absurdo! el arte es intangible, está en el cosmos, en el éter... no se puede puntuar, no se puede calificar númericamente, simplemente reside en la emoción que genera en nuestros sentidos, es eso lo que intenta transmitir a sus alumnos, les ayuda a ser ellos mismos, a redimirse de lo establecido, en otras palabras, les ayuda a ser libres. Ello le conduce a ser defenestrado por el resto de profesores porque ser diferente parece ser un peligro, y es que queridos amigos, acabo con una cita de mi admiradísimo Oscar Wilde que resume la esencia de esta película "Un artista nunca ve las cosas como son, si lo hace, deja de serlo".