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cassavetes rating:
7
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- es
November 18, 2011
9 of 12 users found this review helpful
Quiénes somos nosotros para juzgar una película como El dios salvaje (juzguemos al distribuidor, ¿hizo bien en dejar de lado Carnage y optar por el más trágico título en español?), quiénes somos, repito, si estamos viendo una historia tragicómica en la que primero nos identificamos con alguno de los cuatro personajes de la misma, más tarde vamos viendo que no, que quizá lo que creíamos ver de bueno (¡buenismo!) no son atributos sinceros, y luego sin embargo acabamos por volver a identificarnos con algún otro del que habíamos simpatizado y precisamente lo hacemos (renegar, reconocer y claudicar) por todo lo contrario. Es decir, quiénes somos nosotros para juzgar si acabamos siendo los juzgados. Si nos hemos identificado… No sé si para bien o para mal, nos meto a todos en el mismo carro. El lugar común diría que en Un dios salvaje estamos todos retratados, eso que llevamos llamando desde que los tiempos lo son, sociedad moderna. Que ya van unos cuantos años.
Mina para afilar la de Yasmina Reza tiene Roman Polanski para no dejar bicho viviente. Desconozco la obra de Reza y si será la última ola del intelectualismo modernista moderno. Quedará bien decir que sí, que la obra es cool (ah de aquél que afirme lo contrario, condenado). Me guío por la película. Esta comedia, este drama. No termina por ser una obra redonda. El discurso a veces subraya. Da la impresión de que o bien el director o bien el que parió la idea quieren quedar absueltos y libres de toda culpa. Juzgan, lo dicho antes no es baladí. Y eso puede que quede un poquito kistch. Pero la manera de contarlo, cinematográfica y estructuralmente hablando, no puede olvidarse. Hay más de un detalle de los que pasan desapercibidos, y hay bastantes en el personaje de Christophe Waltz y su Blackberry. La metamorfosis formal y emocional que se apodera de los cuatro papás, a unos antes, a otros después, no chirría y evoluciona conforme lo aconseja y necesita la película.
Y los golpes de efecto con los que cuenta Polanski le sirven para neutralizar los posibles efectos adversos del origen teatral. Realizador el polaco que no puede dejar pasar la oportunidad para (un poco resentido siempre) meter el dedo en la llaga a la misma sociedad cainita, falsa e hipócrita que le lleva por la calle por la amargura desde que la sociedad se hace llamar moderna.
Mina para afilar la de Yasmina Reza tiene Roman Polanski para no dejar bicho viviente. Desconozco la obra de Reza y si será la última ola del intelectualismo modernista moderno. Quedará bien decir que sí, que la obra es cool (ah de aquél que afirme lo contrario, condenado). Me guío por la película. Esta comedia, este drama. No termina por ser una obra redonda. El discurso a veces subraya. Da la impresión de que o bien el director o bien el que parió la idea quieren quedar absueltos y libres de toda culpa. Juzgan, lo dicho antes no es baladí. Y eso puede que quede un poquito kistch. Pero la manera de contarlo, cinematográfica y estructuralmente hablando, no puede olvidarse. Hay más de un detalle de los que pasan desapercibidos, y hay bastantes en el personaje de Christophe Waltz y su Blackberry. La metamorfosis formal y emocional que se apodera de los cuatro papás, a unos antes, a otros después, no chirría y evoluciona conforme lo aconseja y necesita la película.
Y los golpes de efecto con los que cuenta Polanski le sirven para neutralizar los posibles efectos adversos del origen teatral. Realizador el polaco que no puede dejar pasar la oportunidad para (un poco resentido siempre) meter el dedo en la llaga a la misma sociedad cainita, falsa e hipócrita que le lleva por la calle por la amargura desde que la sociedad se hace llamar moderna.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Sería cojonudo que los dos críos que vemos en el largo plano de créditos finales de la película (el mundo marcha, y a saber lo que marcha detrás de la apariencia idílica de un parque, allá en aquellos edificios de la gran ciudad, lean siempre los prospectos, por favor), estaría de puta madre que esos dos críos fueran los dos críos de la querella, los cuales al fin y al cabo siguen siendo niños (como bien dice, no sé si habiendo probado o no el whisky de malta escocés, uno de los cuatro padres de la película) y se han reconciliado. Si lo son, juntos abandonan la película montados en una bicicleta.