Lo de siempre con Alex de la Iglesia. Comienzo ilusionante, original, buena puesta en escena, dinamismo, ambientación, rodaje, humor, elementos que se introducen de forma muy acertada para su posterior desarrollo. Todo maravilloso de verdad y llegando a preguntarte de nuevo como alguien con el talento de Alex de la Iglesia no ha tenido mayor reconocimiento. Luego llega la realidad de siempre, el acto final de Alex de la Iglesia; exceso y gratuidad de elementos, personajes e ideas que conectan a toda prisa y de manera ilegible por vasta y en definitiva la decepción que persigue al enrome hype creado, por el que no puedes creer que sea el mismo director de todo el producto audivisual anterior a este acto. Llegas a plantearte incluso que de la Iglesia venda sus finales por 30 monedas de plata y en su lugar coloque a Poncio Pilatos dirigiendo la obra y dejando absoluta libertad al pueblo para que crucifique otro film o serie más suyo. Aún con todo, si Jesús perdono a Judas y a todos los que le crucificaron yo te perdono tus actos finales y sigo creyendo en ti Alex, sé que rebosas genio e ingenio.