Seamos claros. Esto no es una obra maestra, ni pretende serlo. Las interpretaciones no son más que correctas. Mejor en el caso de Owen Wilson. Pero logra su cometido, que es hacernos pasar un rato entretenido.

Toda la trama gira en torno a la mascota de la pareja y ahí radica su principal virtud. El perro logra que nos riamos e incluso nos emocionemos en la parte final del film.

Supongo que todos aquellos que no han tenido mascota a lo largo de su vida, esto les parecerá una sensiblería de lo más convencional, tirando de tópicos y buscando la lágrima fácil. Y tienen su parte de razón.

Pero la película busca eso y lo consigue. Y cuando aparecen los títulos de crédito después de 120 minutos, nos acordamos de algunas situaciones similares que nos ha tocado vivir. Porque no son sólo animales que conviven con nosotros, sino una parte más de nuestras familias, que han estado allí en los buenos y los malos momentos, y que nos han entregado su cariño durante años. Eso si, a cambio de cantidades ingentes de comida, techo gratis y buenos sofás donde acostarse. ;-)