He recuperado el título que di hace tres años a mi comentario sobre “Un lugar tranquilo” porque he vuelto a tener la misma sensación que tuve entonces al ver ayer la segunda parte. De nuevo, Jhon Krasinski consigue algunos pasajes muy bellos cuajados de una tensión asfixiante, pero a veces recurre demasiado al susto fácil y no cierra con maestría los muchos cabos sueltos que se van quedando por el camino en aras del espectáculo lo cual , en ocasiones, resta credibilidad a lo que sucede.

El comienzo nos invita a pensar que vamos a ver una "precuela" y no una continuación de la primera parte, lo cual me produjo cierto tono de decepción a pesar de que es un inicio trepidante y está cuajado de acción. Afortunadamente cuando ya estás acostumbrado al griterío y el ruido, vuelve a hacerse el silencio y la película retoma la acción justo donde la dejó en la primera parte para devolvernos a los miembros de la familia “Abbot” que todavía sobreviven a la masacre.

Es en la lucha por la supervivencia de los individuos del clan donde el filme alcanza cotas muy altas de tensión y poesía. Cada personaje con sus propios demonios y cualidades libra una batalla enorme contra los alienígenas y así mismo contra sus propias limitaciones, aunque en un mundo donde el ruido conduce inexorablemente a la muerte, el silencio de su mudez es un requisito indispensable para seguir viviendo.