Mira que reunía condiciones éste último trabajo del sueco Ruben Östlund THE SQUARE para figurar en un lugar destacado entre mis películas del año. La palma de oro en CANNES, una crítica, en general, muy favorable y un tráiler prometedor, eran más que suficientes alegatos, para tener en cuenta, en su favor.

Lo que pasa en que después de un comienzo hilarante e imaginativo, la película acaba perdiéndose entre sus propios recovecos y no acaba de llegar a ningún puerto. Hay picos altísimos, como el comienzo, la performance de la cena en el museo y la aparición en escena del supuesto ladrón del móvil del protagonista, la pena es que entre estos magníficos momentos no sucede nada, o lo que sucede me interesa muy poco.

La crítica al engolado mundo del arte que pretende, acaba sucumbiendo ante el abigarramiento de la trama y la excesiva complacencia con lo que se denuncia, echo de menos más acidez, capacidad resolutiva y menos palabrería. Es como una especie de WOODY ALLEN nórdico, solo que carece de su vis cómica y sobre todo, del talento para salir airoso de los guiones más enrevesados, aunque como éste, muestra la misma complacencia en su radiografía de los vicios y endiosamiento de la alta sociedad.