Hay que admitir que quienes concibieron este film, tomaron al toro por los cuernos. No se trata simplemente de un juguete high-tech de formato pop art con el que sus creadores quieran dárselas de ser los más modernos del barrio. Aquí hay algo más que una mera impostura sobrecargada de llamativos gráficos. Claro que la animación es brillante, pero los guionistas entienden dos cosas esenciales:

La primera tiene que ver en la forma de abordar a Spidey entendiendo el limite hasta el que puede ser cambiado sin arruinarlo. Y la segunda con tomar salidas inesperadas y caminos sin transitar tanto en el aspecto visual como narrativo, haciendo gala de un pensamiento colateral que tanta falta le hace a otras casas de animación como Pixar y compañía.

Y tampoco podemos dejar de destacar un imparable ritmo hawkesiano al que no le sobran tiempos muertos, detalles y ocurrencias de lo más variopintas y un clímax que es de un orgasmo visual que te vuela la cabeza…aunque acepto que hasta cierto punto puede resultar un poco cansino también.

Pero pese a las falencias que pueda tener, hay que reconocer que estamos ante un producto distinto y con identidad propia, más ahora en los tiempos que corren.

La mejor película del arácnido que se ha hecho desde Sam Raimi, de lejos.