Según los intereses de los espectadores más conservadores del cine, este puede ser uno de esos filmes con una construcción poética elegante y sinuosa pero con pocos atisbos de una historia sólida. Por ello, la película llega un momento en el que se cae y sus cercanías con otras cintas, como Mullholand Drive, resulta discreta. De otro lado, puede verse la película en una línea mucho más liberal, casi posmoderna, adjudicándole valores intertextuales y hermenéuticos que pueden ser la siembra incluso de nuevos términos para los "exegetas" del cine.
Por mi parte, me contento con haber disfrutado un ejercicio narrativo en el que cada escena está enmarcada en la particular poética y musicalidad de De Palma, con la ralentización y los violonchellos al caminar sensual de la señora Romijn, y también puedo sentirme satisfecho de no entender muy bien a dónde iba todo para no caer en debates infructuosos sobre las novedades del arte. Esta película o la disfrutas o no tienes de otra porque seguramente te va a pelar algunos milímetros de cabeza.