Resulta desolador comprobar como la propuesta enarbolada por Med Hondo en Soleil Ô sigue resultando, casi sesenta años después de su estreno, un ejercicio de denuncia social con plena vigencia en lo sustancial, más allá de las lógicas diferencias que impone el largo tiempo transcurrido. Su retrato del fenómeno inmigratorio en la Francia de los 60, festoneado por un racismo y xenofobia rampantes en dicha sociedad -algo que hoy podríamos extrapolar, sin excesiva dificultad, a todo el espectro europeo-, se nos ofrece tan lacerante y contundente en su fondo de denuncia -planteada desde un posicionamiento ideológico muy explícito en el discurso que desarrolla a través de sus diálogos, situaciones dramáticas y pasajes alegóricos (éstos últimos, con un fuerte componente naif, pero no por ello menos ácido)-, como sencillo, casi rayano en lo tosco, en su vertiente formal, con ese aire cercano al documental del que están dotadas su imágenes, en un blanco y negro que se ajusta de manera precisa a la intencionalidad de su mensaje. Lo poco que ha envejecido debería darnos, y mucho, que pensar.