Sí, estoy de acuerdo con la apreciación general de que esta es una buena película, una crónica bellamente realizada sobre el viaje que realizó el Ché Guevara por Latinoamérica y que le abrió los ojos ante la injusticia que se cernía sobre sus gentes y la identidad cultural de todos los países de la zona.

“Diarios de motocicleta” se detiene en lo que Ernesto Guevara vio para que nosotros lo veamos. Combina para ello de una manera eficaz la narración ficcional y la crónica documental, utilizando para este aspecto personajes de la realidad. Es decir, actores no profesionales, oriundos de las poblaciones en las que los viajeros se detienen. Ese afán documental hace que Walter Sallers, al final, nos muestre el rostro del verdadero Alberto Granado, compañero de viaje, que se quedó a vivir definitivamente en Cuba después de que el Che lo llamara de nuevo.

Todo está bien, en un punto medio entre la ternura –con momentos muy emotivos-, la belleza –imágenes magníficas de los paisajes por los que van atravesando-, y la denuncia –con escenas, como la de los mineros que son elegidos brutalmente para trabajar-. En ese contexto, Gael García Bernal vuelve a demostrar un talento interpretativo indiscutible, junto a Rodrigo de la Serna, muy poco conocido en España y cuyo trabajo resplandece con luz propia.

Junto a ello, el guión, eficaz, interesante, inteligentemente construido, y algunos elementos, como la música, y la canción de Jorge Drexler, que obtuvo el Oscar, subrayan un conjunto hermoso, que atrapa al espectador de principio a fin.