El magnífico realizador Jacques Tourneur ayudado por una fotografía en blanco y negro refinada y sugerente que contribuye al logrado ambiente de inquietud e inseguridad, por unos expresivos decorados y por una labor interpretativa perfecta realizó un film de un elevado poder de sugestión que como los buenos vinos mejora siempre que pasa el tiempo por él y el film es una verdadera reliquia por las décadas que tiene a sus espaldas y se mantiene joven sin embargo desprendiendo al mismo tiempo un embriagador aroma a añejo clasicismo. Es la historia de una mujer que lleva a una felina dentro y que no puede luchar contra algo que está dentro de su ser y que se manifiesta fisícamente en las cuestiones relacionadas con el amor. Inolvidable resulta ser la escena en la que a un gato no le agrada el roce con la felina porque este es una criatura que parece adorable pero que nota en el tacto algo que le repele. También impresiona la escena en la que al mostrar ella dulzura con el pájaro este perece ante la misma sensación desagradable y en este caso más brutal que la que mostró el gato. El saludo de la extraña mujer a la felina es igualmente un momento para recordar. En esta obra no hay un plano que sobre o que falte porque todo está contado con las palabras justas, sin retórica en los diálogos ni morosidad en las situaciones. Una película realmente especial y que envuelve al espectador en su deslumbrante atmósfera.