La flojedad de la idea argumental consistente en una pareja que en el viaje de novios no puede estar tranquila a solas con el amor no se ve reforzada por la realización de Iquino y además por culpa de la censura una cierta dosis de malicia que hay en el planteamiento no puede ser debidamente aprovechada. Los diálogos son bastante insípidos y el relativamente escaso metraje no se rellena con nada que interese de verdad por lo que la película hay momentos en los que incluso llega a aburrir a pesar de localizarse en el ambiente bullicioso de Pamplona en fiestas y contar con una actriz tan elegante y encantadora como Lili Murati. La pareja protagonista la forman Enrique Ávila que había destacado ya con papeles tan simpáticos como el de "La fiel infantería" y Olga Omar que fue un descubrimiento de la productora de Iquino. Este realizador no era la primera vez que topaba con el problema de la insustancialidad de un planteamiento puesto que en "Secretaria para todo" logró también un resultado muy discreto sin poder remediar con su puesta en escena un planteamiento más bien tonto. La base de "Un rincón para querernos" es una anécdota tan limitada que era difícil conseguir una obra que tuviera una cierta consistencia pero si se hace una comparación con las horribles películas con las que Iquino terminó su carrera y se valoran los agradables fondos musicales el presente film resulta soso pero aceptable.