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Vagabundoespiritual rating:
3
Thriller. Action. Horror Taking place in 1983, Red is a lumberjack who lives in a secluded cabin in the woods. His artist girlfriend Mandy spends her days reading fantasy paperbacks. Then one day, she catches the eye of a crazed cult leader, who conjures a group of motorcycle-riding demons to kidnap her. Red, armed with a chainsaw and other weapons, stops at nothing to get her back, leaving a bloody, brutal pile of bodies in his wake.
Language of the review:
  • es
September 17, 2018
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Mandy, la segunda película de Panos Cosmatos reincide en la estética psicodélica, el argumento que cada vez se vuelve más lisérgico y el mensaje místico que ya había en su primer trabajo (Beyond the Black Rainbow), aderezado en esta ocasión con una historia de venganza y (mucha) sangre.

El argumento de Mandy lo hemos visto mil veces y lo conocemos a la perfección, una pareja (Red Miller y Mandy Blomm) que vive plácida y aislada del mundo ve cómo todo se resquebraja cuando una secta irrumpe en sus vidas y los aboca al abismo. Lo que convierte en singular a Mandy es el tono alucinógeno y la estética extravagantemente cuidada que Cosmatos vuelve a emplear para contarla.

Dividida en dos actos bien diferenciados, uno primero (extenuantemente) pausado y psicodélico donde se nos muestran a los personajes y el conflicto que surge cuando Jeremiah Sand, el líder de una secta, se encapricha con Mandy, y uno segundo visceral y desenfrenado cuando Red busca venganza por lo acontecido con Mandy.

Cosmatos vuelve a cometer los mismos pecados que en su primer film, se centra enérgicamente en la estética y la parte técnica de la película (son geniales el uso de la fotografía, el sonido y la banda sonora para generar estímulos sensitivos), pero desatiende el articulado lógico y coherente de la historia, desvariando en una amalgama de incomprensibles escenas de delirio sanguinolento, que aun dejando un gran poso en la retina manifiestan con fuerza la vacuidad y gratuidad de lo que se narra.

Además, todos los personajes de la película son desmedidos y pasados de rosca, lo cual da rienda suelta para que Niclas Cage, Linus Roche, Richard Brake y compañía se desfasen a su gusto, proporcionando un halo de surrealismo aún más pronunciado a lo que vemos.

Pero el gran pecado (mortal) que realiza Cosmatos es alargar hasta la extenuación un primer acto que lastra el acelerón violento final. Cuando Red (Nicolas Cage) decide pasar a la acción es demasiado tarde, el sopor ácido de los primeros 50 minutos nos han dejado extenuados, con las pupilas dilatadas y el cerebro frito de tanta grandilocuencia visual de mal alcaloide.

En definitiva, para los seguidores de Cosmatos y su estilo visual lisérgico (empieza a ser marca de la casa) será toda una experiencia trascendental y convertirán la película en una joya de culto, para el resto, aun agradeciendo un universo propio y una narrativa arriesgada, sólo será un sopor que no se compensa con el despiporre sangriento de los últimos 40 minutos.
Vagabundoespiritual
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