Un sensacional relato de Ernest Hemingway sirvió como base para esta obra maestra del cine negro dirigida por el admirable Robert Siodmak.

El film presenta una intrincada estructura narrativa (con ecos de "Ciudadano Kane") desarrollada a base de varios flashbacks que corresponden a los relatos de los diversos personajes que conocieron al sueco, Ole Anderson (un debutante y excepcional Burt Lancaster).

La imposibilidad de redención para un hombre incapaz de huir de su pasado, la inviabilidad de sortear un desgraciado destino que parece estar fijado de antemano, o la perdición en forma de deslumbrante mujer fatal (irresistible Ava Gardner), son los pilares fundamentales sobre los que se sustenta este título absolutamente clave en el 'film noir', en cuyo guión participaron sin acreditar John Huston y Richard Brooks.

Sobresale la refinada puesta en escena de Siodmak, junto a la consecución de una atmósfera tensa y a un trabajo de realización sencillamente portentoso que incluye planos subjetivos, picados, contrapicados, encuadres oblicuos, gloriosos planos-secuencia (el del asalto a la fábrica es antológico), un perfecto uso de la profundidad de campo...

Los elementos más característicos de la época dorada del cine negro se encuentran aquí en su máxima expresión: el predominio de las secuencias nocturnas, la penumbra, los claroscuros heredados del expresionismo alemán....por no hablar del conocido gusto de Robert Siodmak por el mundo de los espejos, los cuales son utilizados para reflejar ángulos imposibles y trazar una realidad engañosa.

Posiblemente estemos ante la mejor de las cintas negras rodadas por el infravalorado Siodmak, una película tan compleja y rica en matices como fascinante e imprescindible.