La película los fantasmas de Goya, independientemente de las cuestiones técnicas, por lo demás excelente, narra la historia de Inés y el cura inquisidor Lorenzo, si bien a primera vista suena maniqueo, nadie ignora los desmanes que en aquellos tiempos obscuros realizaba la inquisición.
Goya seria el espectador de la historia de España y también la de Inés y Lorenzo: de la terrible inquisición y la corrupción de la iglesia, de la invasión napoleónica a España en 1808, que sufria por aquel entonces una crisis dinástica, que fue aprovechada por Bonaparte en su afán expansionista y también de la especulación inglesa que veía también tambalear su supremacía en Europa. Este trasfondo histórico es secundario para Forman, el gran fantasma de Goya es Inés.
Este director, como en Amadeus, no pretende adherirse a la verdad y al rigor histórico sino tomar un personaje trascendente y recrear o inventar su propia narración. Básicamente el cineasta sale de una escuela checa de cine en Praga que justamente ensaya con esta temática.
El mismo Milos leyó alguna de las cartas del pintor de la corte bastante insulsas sin negar su importancia como artista, que le permitieron inferir que fue un individuo pragmático imbuído en su mundo de artista.
La película, si bien no logra crear el clima apasionante de Amadeus, es muy buena.