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Malkav rating:
7
8.1
30,162
Drama
Terry Malloy (Marlon Brando) is an ex-prize fighter struggling against union corruption along the New York waterfront. Malloy's battle takes him all the way to the witness stand, where he finds himself testifying against union leaders.
Language of the review:
- es
February 15, 2008
104 of 154 users found this review helpful
El hecho de que Elia Kazan estuviera implicado en la Caza de Brujas que McCarthy llevó a cabo en los años cincuenta en EE. UU. ha sido un condicionante imperdonable para muchos de los espectadores de 'La Ley del Silencio', que vieron en esta película un alegato con el que Kazan intentó excusar su más que discutible comportamiento y salvar el pellejo ante todos los dedos acusadores que lo señalaban como un traidor sin escrúpulos.
En mi opinión, toda esa historieta de los comunistas y el macarthismo debe dejarse a un lado a la hora de valorar este film: la intención del director podría ser la de equiparar a sus antiguos colegas de partido con los viles mafiosos que extorsionan a los estibadores de los muelles neoyorquinos - e incluso puede que se viera identificado con el heroico personaje de Terry Malloy -, pero, ciertamente, la película no tiene el más mínimo atisbo de cariz político.
¿Qué falla, pues, en 'La Ley del Silencio', si no es el intento del director de salvaguardar su honestidad personal ante la imagen pública? Pues un irremediable tufo aleccionador que invade toda la película, que convierte al espectador en un niño al que llevar de la mano por los detestables senderos moralistas que nos muestra el padre Barrie. Ese personaje con alzacuello tan extremadamente irritante, que cada vez que aparece en escena provoca un sentimiento de profunda aversión en el espectador, con sus largos sermones y sus grandilocuentes doctrinas dogmáticas.
Y es que poner al padre Barrie como ejemplo de ser humano de dignidad intachable (no sabía si reírme o llorar con frases como "Si te callas podrás salvar tu vida, pero ¿que será entonces de tu alma?") que ilumine a Malloy y lo guíe hacia la salvación es cuanto menos risible.
En mi opinión, toda esa historieta de los comunistas y el macarthismo debe dejarse a un lado a la hora de valorar este film: la intención del director podría ser la de equiparar a sus antiguos colegas de partido con los viles mafiosos que extorsionan a los estibadores de los muelles neoyorquinos - e incluso puede que se viera identificado con el heroico personaje de Terry Malloy -, pero, ciertamente, la película no tiene el más mínimo atisbo de cariz político.
¿Qué falla, pues, en 'La Ley del Silencio', si no es el intento del director de salvaguardar su honestidad personal ante la imagen pública? Pues un irremediable tufo aleccionador que invade toda la película, que convierte al espectador en un niño al que llevar de la mano por los detestables senderos moralistas que nos muestra el padre Barrie. Ese personaje con alzacuello tan extremadamente irritante, que cada vez que aparece en escena provoca un sentimiento de profunda aversión en el espectador, con sus largos sermones y sus grandilocuentes doctrinas dogmáticas.
Y es que poner al padre Barrie como ejemplo de ser humano de dignidad intachable (no sabía si reírme o llorar con frases como "Si te callas podrás salvar tu vida, pero ¿que será entonces de tu alma?") que ilumine a Malloy y lo guíe hacia la salvación es cuanto menos risible.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
¿Y qué motivos llevan al personaje de Brando a denunciar a los hampones? No es una cuestión de ética, ni de justicia social, ni de nobleza. Se trata de un dolor de conciencia que pica, del miedo a caer en la bajeza moral y, con ello, a los infiernos, si no testifica. Parece que una película de "justa delación" se acaba convirtiendo en una película de redención espiritual. Pues vaya motivos más inconsistentes para justificar esas actitudes.
Al margen de todo este inexplicable patrón aleccionador que guía la película, hay que reconocer sus virtudes. Lo mejor, sin duda, una interpretación brillante por parte del siempre cautivador Marlon Brando, que refleja perfectamente en su actuación el estilo chulesco, tosco, chabacano y a la vez noble y sensible de Terry Malloy. Escenas memorables, como la conversación que éste tiene con su hermano en el asiento trasero del coche - cuanto menos emotivo el sacrificio que hace Charley por salvar a su hermano pequeño, y esta vez la redención no entiende de moral, sino de sentimientos -. Y, en general, una buena dirección por parte de Kazan, que sabe mantener el interés y la atención del espectador - padre Barrie y otros matices al margen -.
En definitiva, una película apta de interesante visionado.
Al margen de todo este inexplicable patrón aleccionador que guía la película, hay que reconocer sus virtudes. Lo mejor, sin duda, una interpretación brillante por parte del siempre cautivador Marlon Brando, que refleja perfectamente en su actuación el estilo chulesco, tosco, chabacano y a la vez noble y sensible de Terry Malloy. Escenas memorables, como la conversación que éste tiene con su hermano en el asiento trasero del coche - cuanto menos emotivo el sacrificio que hace Charley por salvar a su hermano pequeño, y esta vez la redención no entiende de moral, sino de sentimientos -. Y, en general, una buena dirección por parte de Kazan, que sabe mantener el interés y la atención del espectador - padre Barrie y otros matices al margen -.
En definitiva, una película apta de interesante visionado.