"Cinema paradiso" es otra obra magistral de Giuseppe Tornatore. Grandiosa en todos sus aspectos, desde el principio hasta el final, sin desperdicio.
Emotiva (rozando la tristeza) pero a la vez con ese toque cómico que caracteriza al cine italiano.

Desde que conocemos al pequeño Totó nos adentramos en un mundo conservador y cargado censura, en el que nuestro protagonista se ve atraído hasta el cine del pueblo y ruega a su gran amigo Alfredo que le enseñe el oficio de pasar películas. Alfredo, algo analfabeto pero con gran capacidad de reflexión sobre la vida, trata de disuadir al pequeño hasta que ocurre la desgracia en el cine que lo deja ciego. Ciego pero con la misma clarividencia enseña a un Totó adolescente (enamorado de Elena, que nunca volverá) que debe seguir sus sueños, no vivir en el pasado y que abandone Giancaldo sin mirar atrás.

Sólo con la muerte del Alfredo (30 años después) un Totó adulto, que ha logrado el éxito, desanda sus recuerdos y vuelve al pueblo de su infancia y adolescencia para encontrarse con que todo ha cambiado pero que en el fondo sigue igual (hasta aquel encantador loco de la plaza que se proclamaba dueño de ella).

Un final magestuoso y enternecedor que culmina con el abandono para siempre de Totó de Sicilia pero en sus manos con el mejor regalo que pudo dejarle su mejor amigo y mentor.

Una película para ver y repetir, para disfrutar de todas sus escenas acompañadas, eso sí, con una banda sonora que quedará siempre en nuestros corazones.