La película encierra una crítica al capitalismo y al sistema económico especulativo en base al cual hemos crecido tan rápidamente en las últimas décadas y cuyos riesgos asociados nos han hecho caer a la misma velocidad en los últimos años. Así, nos muestran a un máximo dirigente sin escrúpulos cuyo único objetivo es, como es lógico, tratar de minimizar las pérdidas, aunque eso suponga vender a precio bajo algo que en realidad no vale nada, y por efecto dominó acabe afectando a la economía mundial, y por ende al bolsillo de todos los ciudadanos.

Hasta ahí bien, pero lo que no resulta creíble es que algunos altos dirigentes tengan dilemas morales a la hora de tomar la mejor decisión para la empresa. El "a ver cómo explico esto a mi hijo" en este tipo de altos ejecutivos cuyo sueldo anual es de millones de dólares desde luego que no cuela, por mucho que sea Kevin Spacey el que lo intente.