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Dexter Bernaldez rating:
3
7.5
69,043
Drama. Thriller
A beautiful fugitive, Grace (Nicole Kidman), arrives in the isolated township of Dogville on the run from a team of gangsters. With some encouragement from Tom, the self-appointed town spokesman, the little community agrees to hide her and in return, Grace agrees to work for them. However, when a search sets in, the people of Dogville demand a better deal in exchange for the risk of harbouring poor Grace and she learns the hard way that ... [+]
Language of the review:
- es
December 13, 2007
79 of 148 users found this review helpful
Prólogo: De cómo entré en contacto con Lars Von Trier a través de dos de sus más laureadas películas
Que no son otras que "Rompiendo las olas" y "Bailar en la oscuridad". La primera me pareció sobrevalorada, con algunas secuencias dignas de culebrón venenzolano. La segunda, por el contrario, dosifica bastante bien los pasajes más melodramáticos, intercalando con acierto varios números musicales, que rebajan la tensión y el tormento sufridos por el personaje principal.
Ahora bien; si una u otra son obras maestras, ahí ya no me meto. Depende de cada cuál. Se supone que Von Trier provoca reacciones muy extremistas, muy polarizadas, entre amar su obra u odiarla a morir. En lo que a mí respecta, estas primeras películas me dejaron un tanto indiferente. Pero claro; eso fue antes de ver "Dogville"…
Capítulo 1º: Empezar la casa por el tejado
Me refiero a la idea de pintar los decorados en el suelo y, a continuación, presentar a los personajes uno a uno. Se trata de una ocurrencia muy arriesgada, porque si de entrada al espectador, como es mi caso, la “impactante escenografía” le parece una soberana chorrada, quedan pocos asideros a los que aferrarse. Y la voz en off narrando los hechos no ayuda, sino que hace todo aún más artificial, si cabe.
Capítulo 2º: Vuelta a los orígenes
No deja de resultar paradójico que una película de estudio, donde todo se mide y se planifica al milímetro, acuda por mero capricho de su director a la cutre cámara en mano. Recurso muy manido del ya desfasado movimiento Dogma, que no beneficia en nada a la historia ni, peor todavía, al trabajo actoral.
Capítulo 3º: Aburrimiento
Estado de la técnica aparte, es un hecho real y constatado que la cinta arranca con muy poca fuerza. La aparición de Grace, el personaje de Nicole Kidman, resulta anodina, trivial, irrelevante. Igualmente, ninguno de los vecinos del pueblo consigue involucrar al espectador en nada de lo que se está contando. La trama parece estar cogida adrede por alfileres, una simple excusa para que el narrador pueda dar rienda suelta a sus interminables (y risibles) monólogos.
Capítulo 4º: Un gran reparto desperdiciado
De verdad, yo no entiendo qué incita a Von Trier para dar papeles testimoniales a intérpretes de cierto renombre. ¿Pura estrategia comercial? ¿Tomadura de pelo al actor, que luego ve como el grueso de su trabajo se queda en la sala de montaje? Porque si no es así, no entiendo la presencia de Jeremy Davies, Lauren Bacall, Chloë Sevigny o Phillip Baker Hall en los títulos de crédito. Más que de secundarios, parecen estar desempeñando el papel de mero atrezzo humano. Secundarios serían, por ejemplo, Patricia Clarkson, Stellan Skarsgård (en un papel tan ingrato como plano), Ben Gazzara o James Caan, este último rozando la autoparodia en una intervención final a lo Sonny Corleone.
Que no son otras que "Rompiendo las olas" y "Bailar en la oscuridad". La primera me pareció sobrevalorada, con algunas secuencias dignas de culebrón venenzolano. La segunda, por el contrario, dosifica bastante bien los pasajes más melodramáticos, intercalando con acierto varios números musicales, que rebajan la tensión y el tormento sufridos por el personaje principal.
Ahora bien; si una u otra son obras maestras, ahí ya no me meto. Depende de cada cuál. Se supone que Von Trier provoca reacciones muy extremistas, muy polarizadas, entre amar su obra u odiarla a morir. En lo que a mí respecta, estas primeras películas me dejaron un tanto indiferente. Pero claro; eso fue antes de ver "Dogville"…
Capítulo 1º: Empezar la casa por el tejado
Me refiero a la idea de pintar los decorados en el suelo y, a continuación, presentar a los personajes uno a uno. Se trata de una ocurrencia muy arriesgada, porque si de entrada al espectador, como es mi caso, la “impactante escenografía” le parece una soberana chorrada, quedan pocos asideros a los que aferrarse. Y la voz en off narrando los hechos no ayuda, sino que hace todo aún más artificial, si cabe.
Capítulo 2º: Vuelta a los orígenes
No deja de resultar paradójico que una película de estudio, donde todo se mide y se planifica al milímetro, acuda por mero capricho de su director a la cutre cámara en mano. Recurso muy manido del ya desfasado movimiento Dogma, que no beneficia en nada a la historia ni, peor todavía, al trabajo actoral.
Capítulo 3º: Aburrimiento
Estado de la técnica aparte, es un hecho real y constatado que la cinta arranca con muy poca fuerza. La aparición de Grace, el personaje de Nicole Kidman, resulta anodina, trivial, irrelevante. Igualmente, ninguno de los vecinos del pueblo consigue involucrar al espectador en nada de lo que se está contando. La trama parece estar cogida adrede por alfileres, una simple excusa para que el narrador pueda dar rienda suelta a sus interminables (y risibles) monólogos.
Capítulo 4º: Un gran reparto desperdiciado
De verdad, yo no entiendo qué incita a Von Trier para dar papeles testimoniales a intérpretes de cierto renombre. ¿Pura estrategia comercial? ¿Tomadura de pelo al actor, que luego ve como el grueso de su trabajo se queda en la sala de montaje? Porque si no es así, no entiendo la presencia de Jeremy Davies, Lauren Bacall, Chloë Sevigny o Phillip Baker Hall en los títulos de crédito. Más que de secundarios, parecen estar desempeñando el papel de mero atrezzo humano. Secundarios serían, por ejemplo, Patricia Clarkson, Stellan Skarsgård (en un papel tan ingrato como plano), Ben Gazzara o James Caan, este último rozando la autoparodia en una intervención final a lo Sonny Corleone.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Capítulo 5º: Fría Nicole; nefasto Bettany
Que la Kidman es una diva de hielo todos lo sabíamos; cosa muy diferente es que su interpretación nos deje fríos y apáticos. Su Grace (o la de Trier, que a buen seguro le ponen torete los momentos más masoquistas), aparte de representar el estoicismo personificado, aburre a las ovejas. O sea, que los vecinos del pueblo, cabronazos como ellos solos, le van subiendo paulatinamente la crueldad de los castigos… ¡y no dice nada, ni expresa queja alguna! Joder, hasta le echan un par de casquetes de cuando en cuando y sin ningún reparo por su parte, oigan. Eso no llega ni al nivel de violación. ¿De verdad este mendrugo danés me está contando que en América, cuna de libertad y hogar de valientes, donde cualquier chiflado se toma la justicia por su mano, la víctima se sometería con tanta docilidad a la voluntad de sus captores? Pues será que Dogville queda cerca de Guantánamo, digo yo.
No obstante, lo peor se encuentra en el personaje de Tom Edison (Paul Bettany), que no hace nada, ni piensa nada, ni dice nada remotamente útil. Así, no es de extrañar que Bettany se limite a poner cara de póker, de no entender ni flowers de lo que pasa en pantalla durante la totalidad del metraje. Una vez más, Trier se centra casi con exclusividad en su protagonista femenina, dejando de lado al resto, co-protagonista incluido. Si fuera actor, me quejaría, pero Bettany parece tan sumiso en la realidad como Kidman en la ficción.
Epílogo: Donde termina la crítica (y un pequeño homenaje a esa gran serie, "Los Simpson")
¡Lars, eres un monstruo! No contento con putear a Grace hasta la extenuación, encima vas y le colocas una cadena al cuello con un peso enorme al final. Esta escena tal vez suscite profundas divagaciones sobre el salvajismo de los habitantes del lugar, pero a mí sólo me recuerda aquel episodio en que Homer es expulsado de los Canteros, con una piedra enorme, “la piedra de la vergüenza” para más señas, atada al cuello. Ni que decir tiene que el castigo de Homer me pareció tronchante, mientras que el de Grace… pues también.
Sucede con estas películas para gafapastas algo muy preocupante: la pérdida de emociones puras, duras y viscerales, en favor de una suerte de emoción “prefabricada” o “enlatada”. No hay emoción propiamente dicha, sino autocomplacencia de autor, empeñado en un pomposo y estéril más difícil todavía. Hitchcock dijo una vez: “El cine es una gran sala llena de butacas vacías que hay que llenar”. Pues eso. Aplícate el cuento, amigo Lars.
Que la Kidman es una diva de hielo todos lo sabíamos; cosa muy diferente es que su interpretación nos deje fríos y apáticos. Su Grace (o la de Trier, que a buen seguro le ponen torete los momentos más masoquistas), aparte de representar el estoicismo personificado, aburre a las ovejas. O sea, que los vecinos del pueblo, cabronazos como ellos solos, le van subiendo paulatinamente la crueldad de los castigos… ¡y no dice nada, ni expresa queja alguna! Joder, hasta le echan un par de casquetes de cuando en cuando y sin ningún reparo por su parte, oigan. Eso no llega ni al nivel de violación. ¿De verdad este mendrugo danés me está contando que en América, cuna de libertad y hogar de valientes, donde cualquier chiflado se toma la justicia por su mano, la víctima se sometería con tanta docilidad a la voluntad de sus captores? Pues será que Dogville queda cerca de Guantánamo, digo yo.
No obstante, lo peor se encuentra en el personaje de Tom Edison (Paul Bettany), que no hace nada, ni piensa nada, ni dice nada remotamente útil. Así, no es de extrañar que Bettany se limite a poner cara de póker, de no entender ni flowers de lo que pasa en pantalla durante la totalidad del metraje. Una vez más, Trier se centra casi con exclusividad en su protagonista femenina, dejando de lado al resto, co-protagonista incluido. Si fuera actor, me quejaría, pero Bettany parece tan sumiso en la realidad como Kidman en la ficción.
Epílogo: Donde termina la crítica (y un pequeño homenaje a esa gran serie, "Los Simpson")
¡Lars, eres un monstruo! No contento con putear a Grace hasta la extenuación, encima vas y le colocas una cadena al cuello con un peso enorme al final. Esta escena tal vez suscite profundas divagaciones sobre el salvajismo de los habitantes del lugar, pero a mí sólo me recuerda aquel episodio en que Homer es expulsado de los Canteros, con una piedra enorme, “la piedra de la vergüenza” para más señas, atada al cuello. Ni que decir tiene que el castigo de Homer me pareció tronchante, mientras que el de Grace… pues también.
Sucede con estas películas para gafapastas algo muy preocupante: la pérdida de emociones puras, duras y viscerales, en favor de una suerte de emoción “prefabricada” o “enlatada”. No hay emoción propiamente dicha, sino autocomplacencia de autor, empeñado en un pomposo y estéril más difícil todavía. Hitchcock dijo una vez: “El cine es una gran sala llena de butacas vacías que hay que llenar”. Pues eso. Aplícate el cuento, amigo Lars.