Entrega de las aventuras de Charlie Chan, interpretado por primera vez por la tercera encarnación del mismo, Roland Winters, que no deja de recordarme a uno de Los Morancos.. Se mantiene el resto del equipo (secundarios, producción , etc).

Estamos en 1947 y las mujeres no quieren ser meros objetos decorativos o amas de casa. En este filme tienen su peso, desde la princesa china a la periodista metomentodo, que soporta comentarios sexistas y algún que otro zarandeo. A su lado el chófer negro nos ofrece un nuevo ramillete de microrracismos, así, cada vez que encuentra un muerto, pone los ojos desorbitados y los pies en polvorosa, en fin...

Winters como Chan aún no se ha hecho con el personaje, se le nota demasiado encorsetado y brusco en los ademanes y, sobre todo, poco espabilado, lo cual es una herejía por cuanto Chan es todo lo contrario. En este filme, más que nunca Chan depende de los demás, algo ciertamente inaudito. La trama es demasiado básica y los sospechosos demasiado escasos. No obstante, esta bien llevada y te mantiene en vilo hasta el final, aunque es fácil descubrir quién es el homicida.