Cinco meses más tarde de su estreno previsto en cines, y después de haber sido pospuesta hasta en tres ocasiones distintas, "Mulán" finalmente ha llegado a Disney+; un estreno que no ha estado exento de polémica debido al coste adicional de 22 euros que la compañía ha impuesto para verla.

Con polémica pero también con mucha expectación, "Mulán" estaba llamada a ser uno de los grandes estrenos del cine de este 2020, más si cabe tratándose del live-action más caro de la historia de Disney, con un presupuesto de 200 millones de dólares que, a día de hoy, parece una inversión complicada de recuperar.

Lo cierto es que algunos remakes consiguen imitar con bastante fidelidad y detalle la película original. Este no es el caso. Mulán cuenta la historia de una chica joven y atrevida que decide hacerse pasar por un hombre cuando su padre, que está enfermo, es llamado a la guerra por parte del emperador de China para luchar contra los hunos.

Aunque el argumento principal se mantiene, la nueva versión del clásico del 98 presenta un enfoque mucho más feminista y un guion mucho menos fiel al que estamos acostumbrados a ver en otros remakes. Esta nueva versión pierde gran parte (por no decir todo) el encanto y la gracia de la cinta de dibujos, y esto tiene que ver con que Disney se ha cargado tres de sus pilares fundamentales: el dragón Mushu, los ancestros y los números musicales.

Sin estos tres elementos resulta muy complicado que la película funcione. Quizás sí lo haga para las nuevas generaciones que no hayan visto la original, pero creo que no debemos desligar la una de la otra, sino que tenemos que considerar esta versión como lo que es: un remake de una historia que ya ha sido (mucho mejor) contada antes. Mushu, fiel compañero de aventuras de Mulán, y los ancestros aportaban el toque cómico en el momento oportuno, insuflaban oxígeno cuando era necesario y la película no se desinflaba. Prescindir tanto de ellos como de los números musicales y de la banda sonora instrumental de la versión de dibujos ha sido un error imperdonable.

En cuanto a los personajes, por norma general, carecen de desarrollo en la historia y pecan de ser demasiado superficiales, en el sentido de que no llegamos a conocerlos o empatizar con ellos porque no se les da la importancia que tenían en la versión animada. Liu Yifei, quien se estrena en la gran pantalla dando vida a Mulán, no está aprovechada al máximo, aunque aún así su actuación es quizás lo más destacable en las casi dos horas de metraje.

Dejando a un lado las interpretaciones, el problema fundamental que encontramos en la live-action de Mulán es que la historia en sí no emociona (o no tanto como debiera), es demasiado lineal, demasiado plana. Disney vuelve a destacar, como ya es costumbre, en el aspecto técnico. Llaman la atención los hermosos y variados colores con los que está pintada la película. Pero la emoción y el sentimiento que caracterizan a la original quedan desdibujados en una serie de largas y aburridas escenas de lucha con el bando enemigo que, además, no aportan nada.

En definitiva, es muy probable que estemos ante el peor remake de la historia de Disney hasta el momento. También es probable que la película no cumpla con tus expectativas si eres un fiel seguidor de la película original y te advierto de que si esperabas reencontrarte con la misma Mulán de dibujos animados pero hecha esta vez de carne y huesos, quizás no reconozcas a la guerrera que andabas buscando.