Aunque los miembros de la familia Band y el tal Luca Bercovici hayan jurado mil veces que los "Ghoulies" no eran una copia de los "Gremlins", a todos nos lo parecían. También eran medio verdosos, también eran medio gilipollas, también tenían bastante mala idea, y también eran de goma. En la primera película casi eran un elemento secundario del atrezzo, aquí ya se hacen con el protagonismo de la función y putean a un grupo de cabestros que fisga más de lo debido en una atracción de feria. A partir de ahí, lo que cabe esperar: bichejos de goma, interpretaciones pésimas, diálogos tontos, algún que otro sustillo inocente, algo de humor chorra, lo normal en este tipo de producciones. Aquí la fotografía de Sergio Salvati (un especialista ya curtido a estas alturas en películas de presupuesto enano) consigue darle un aspecto semiprofesional a una película rodada en plan casi aficionado, y los bichos tienen su encanto.

Si te gustaron los Gremlins, dale una oportunidad. Y si después de vista te parece una mierda, échale un ojo a "Munchies" o "Hobgoblins". Y luego me lo cuentas.