Sorprendente, sencilla y con grandes cualidades este debut de Ridley Scott, director que ni adoro ni odio, tiene sus buenas películas y sus malas, pero todas ellas dejan marginada a esta película, menos conocida que sus taquillazos y películas de culto, pero realmente uno de sus mejores trabajos.

Su cualidad principal es la belleza visual, con una magnífica fotografía en unas localizaciones espectaculares. Recuerda en el apartado visual, contextual y argumental a “Barry Lyndon”, como ya es conocido, aunque desde mi punto de vista, “Los duelistas” supera a la de Kubrick en casi todo, o por lo menos tiene una sencillez en todos los aspectos que deja a “Barry Lyndon” como excesivamente recargada, larga en exceso y con momentos de pérdida de interés por parte del espectador. Haciendo una gran labor tenemos a Harvey Keitel y a Keith Carradine, como los oficiales franceses enfrentados eternamente por motivos triviales que ni siquiera aciertan a recordar o explicar. Una absurda idea de honor impuesta por un demente adicto a la adrenalina y fiel a Napoleón, contrapuesto a un rival pacífico, algo tímido y de valores morales y políticos opuestos a los de su contendiente. Su interminable e ilógica disputa (a pesar de estar basado en hechos reales que se dice que superaban la ficción) les lleva a enfrentarse a sable, florete, caballo o pistola, cada vez que tienen la mala suerte de coincidir en espacio y tiempo, durante largos años. Su guerra personal va en consonancia con las guerras del Emperador, siendo una versión a pequeña escala.

Totalmente recomendable para cualquier tipo de público. Gran película.