Esta segunda entrega no defrauda. Humor, gamberradas, golpes y explosiones en una trama más dinámica que la anterior Deadpool. No tomarse nada en serio hace que, increíblemente, todo parezca más realista. El cariño que ya sentíamos por el protagonista y sus compis se amplía ahora a nuevos personajes (especial mención a Dominó y Cable) y asistimos al nacimiento de una gran familia de cabrones afortunados.